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Formas farmacéuticas: Todo sobre las pastillas y su uso adecuado

Formas farmacéuticas: Todo sobre las pastillas y su uso adecuado

No es raro que más de una vez una pastilla te haya salvado de una gripe molesta, un dolor de cabeza insostenible, o al menos te haya calmado los nervios antes de un examen importante. Parecen inofensivas, chiquitas, pero en realidad tienen una ciencia enorme detrás. Si alguna vez pensaste que todas las pastillas eran iguales o que tomarlas con cualquier bebida da lo mismo, hay mucho que vale la pena descubrir. El simple acto de tragar una pastilla, en realidad, tiene detrás años de pruebas, innovación y hasta decisiones económicas. Las pastillas revolucionaron el modo en que tomamos remedios, porque son prácticas, duran mucho, y te las llevás en el bolsillo a cualquier lado. Hacerlas pareciera fácil, pero llevar el fármaco preciso a la parte justa de tu cuerpo es tarea de alquimista moderno. Hoy te cuento todo lo que aprendí sobre las pastillas: cómo funcionan, cuáles existen y hasta secretos que ni los laboratorios publicitan.

La historia y evolución de la pastilla

Las pastillas como las conocemos ahora nacieron hace más de 150 años, pero la idea de hacer bultitos o "bolas" de hierbas y polvos tiene siglos. En Egipto, machacaban plantas y hacían bolitas para que gente con dolor de muelas no tenga que masticar cortezas. Cuando la industria farmacéutica se expandió en los siglos XIX y XX, apareció la pastilla tal como está hoy: una mezcla comprimida de ingredientes activos (lo que realmente cura), excipientes que ayudan a darle forma, y a veces hasta colorantes para distinguirlas fácilmente. En 1850, William Brockedon inventó la primera máquina que realmente comprimía ingredientes medicinales en tabletas. Fue un antes y un después, no solo en la medicina sino también en la logística: almacenar y distribuir comprimidos cambió para mejor los sistemas de salud.

Hasta 1950, las cápsulas ganaban terreno, pero las pastillas siguieron avanzando. Pfizer dejó huella al patentar la penicilina en comprimidos, haciendo que cada tableta tenga siempre la misma cantidad y efecto. Sorprende pensar que un medicamento tan popular como el paracetamol, que en Argentina no falta en ningún hogar, venció al jarabe en pocos años gracias a su facilidad de uso y su durabilidad (las pastillas aguantan hasta 5 años si las guardás bien). Otro dato: cada año se producen en el mundo más de un billón de pastillas, una cifra tan grande que alcanzaría para cubrir la provincia de Santa Fe de punta a punta.

Si te fijás en las farmacias, verás que el 80% de los productos para adultos están en forma de pastillas. Esta preferencia no es casual: su forma estable permite que se transporten por el mundo, desde Rosario hasta Estados Unidos, sin perder efecto ni calidad.

Tipos de pastillas: formas, usos y diferencias clave

“Pastilla” es una palabra paraguas. Hay comprimidos, cápsulas, tabletas recubiertas y más. ¿Te preguntaste alguna vez cuál es la diferencia?

  • Comprimidos: son mezclas de fármaco y excipientes prensadas hasta que se vuelven sólidas, de forma redonda o alargada. Suelen deshacerse en el estómago. El ibuprofeno y el enalapril, por ejemplo, vienen en comprimidos simples.
  • Comprimidos recubiertos: tienen una capa exterior de azúcar o polímero para proteger el estómago o para que el fármaco se libere más adelante, como los usados para el colon o enfermedades crónicas.
  • Tabletas masticables: ideales para quienes tienen dificultad para tragar, como niños o adultos mayores. El calcio y los antiácidos a menudo son masticables.
  • Cápsulas: contienen el medicamento en polvo o líquido pero dentro de una envoltura de gelatina. Se disuelven rápidamente en el intestino, por lo que sirven para fármacos que podrían degradarse en el estómago. Muchas vitaminas y los antibióticos modernos se presentan así.

Hay pastillas que liberan su activo enseguida (liberación inmediata), y otras que lo hacen de a poco (liberación prolongada). Esto permite que te tomes una sola pastilla por día en vez de varias. Pero ojo: partir o triturar pastillas de liberación prolongada puede ser peligroso porque liberan todo el contenido de golpe y puede haber sobredosis. Si alguna vez dudás, consultalo antes de modificar la forma de una pastilla. Los farmacéuticos ven seguido gente que parte los comprimidos simplemente porque “son grandes”, sin saber que puede invertir el efecto o causar daño.

Los excipientes (harinas, azúcares, colorantes) a veces generan alergias. Si te pasó que alguna vez una pastilla te dio picazón o sarpullido, es posible que no haya sido el fármaco sino otro componente. No todos los comprimidos son veganos; algunos usan lactosa y hasta gelatina animal. Las pastillas efervescentes pueden ser malas para hipertensos porque suelen contener mucho sodio.

Cómo se fabrican las pastillas y por qué importan los detalles

Cómo se fabrican las pastillas y por qué importan los detalles

Fabricar una pastilla precisa más controles que una cocina de MasterChef. El proceso básico empieza mezclando los ingredientes activos y los excipientes en proporciones exactas, según la fórmula y peso. Luego se prensan a alta presión en máquinas con moldes. Si el fármaco es sensible a la humedad, la presión, o la luz, se manipula en ambientes con condiciones específicas, ventilación, temperatura, y presión controladas. Los laboratorios usan hasta sensores electrónicos para detectar cualquier mínimo error. Y después, miles de inspecciones para ver dureza, color, desintegración y uniformidad. Cada tableta tiene que tener exactamente la misma composición. Hay controles de peso tan minuciosos que si una pastilla pesa medio miligramo más, se descarta.

Tipo de pastillaDónde se liberaDuración media (h)Apto dividir
Comprimido simpleEstómago4-6
Comprimido recubiertoIntestino8-12No
Tableta masticableBoca/Estómago2-4
CápsulaIntestino8-24No

Hay pastillas que parecen idénticas pero no lo son. Por ejemplo, los comprimidos de liberación prolongada suelen tener capas que actúan sólo al contacto con jugos intestinales. Si las triturás o abrís, te arriesgás a perder efectividad o, peor, intoxicarte.

El envase también es parte de la ciencia. El típico blister de aluminio o plástico, además de evitar humedad, protege el medicamento del aire. Y si alguna vez escuchaste que no hay que dejar pastillas al sol o en el baño, es cierto. El calor o la humedad pueden destruir el principio activo y transformarlo en algo que ni el mejor químico podría adivinar si sirve o hace mal.

Consejos prácticos para usar pastillas de manera segura

Mucha gente cree que puede tomar pastillas con cualquier líquido, pero no es lo mismo un vaso de agua que un vasito de jugo de naranja. El jugo de pomelo (grapefruit) es conocido porque puede bloquear enzimas y causar desde hipertensión hasta problemas hepáticos si se mezcla con pastillas como ciertas estatinas. El café reduce la efectividad de los suplementos de hierro. Lo más seguro es siempre usar agua, ni helada ni demasiado caliente, para tragar pastillas.

Las pastillas no deben masticarse (a menos que sean masticables) ni partirse sin consulta previa. Y nunca mezcles varias pastillas juntas porque puede haber interacciones invisibles: el ibuprofeno, por ejemplo, puede disminuir el efecto de medicamentos para la presión. Siempre conviene tomar cada remedio por separado y con 15-30 minutos de diferencia si son parte de tratamientos complejos.

Guardá siempre las pastillas en su envase original. El frasco de "todo mezclado" que muchos tienen en el botiquín puede confundirte o, peor, provocar que tomes algo vencido. Los expertos dicen que si una pastilla cambió de color, tiene aspecto raro o huele raro, hay que desecharla de inmediato.

No todas las pastillas se absorben igual rápido. El paracetamol tarda entre 15 y 30 minutos en hacer efecto, pero los suplementos de calcio pueden demorar más de 2 horas. Si sentís que un medicamento no te hace efecto, lo mejor es consultar antes de duplicar la dosis. Nunca ajustes por tu cuenta la cantidad ni la frecuencia.

Hay apps y recordatorios que podés usar para evitar saltarte una dosis o tomar de más. Si viajás, nunca traslades pastillas sueltas; llevá siempre el prospecto, por controles aduaneros pero también en caso de emergencia médica.

  • Tomá pastillas siempre a la misma hora para mejores resultados.
  • No mezcles medicamentos con alcohol salvo que tu médico lo permita.
  • Anotá efectos secundarios o molestias para informar en el próximo control médico.
  • Ante cualquier duda, consultá con el farmacéutico: están para guiarte, no sólo para venderte el blister.

Las pastillas cambiaron el mundo de la salud y la vida cotidiana mucho más de lo que pensamos. Hoy, gracias a ellas, millones pueden llevar tratamientos largos sin caer en complicaciones, y mejorar su calidad de vida. Pero, como todo lo que parece simple a primera vista, hay un montón de detalles que te salvan de sustos y te pueden asegurar que cada dosis te ayude justo cuando más lo necesitás.

Tomás Illanes
Tomás Illanes

Soy analista político especializado en temas de interés social y económico. Trabajo para un think tank en Rosario donde elaboro informes y análisis sobre la actualidad política argentina. Me apasiona investigar y escribir sobre el socialismo en Argentina. A través de mi trabajo, espero contribuir a un mejor entendimiento de nuestra sociedad y de los retos que enfrentamos.

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