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Qué contienen realmente los analgésicos: ingredientes, riesgos y cómo elegir

Qué contienen realmente los analgésicos: ingredientes, riesgos y cómo elegir

Te duele la cabeza. Vas al botiquín y sacás una pastilla, la tragás con un vaso de agua, y seguís tu día. Nadie mira dos veces ni el envase ni el prospecto. Pero lo que en realidad te estás metiendo en el cuerpo tiene más historia y química de la que te imaginás. ¿Qué hay realmente en tus analgésicos de cabecera? Lo que parece algo simple es en realidad una combinación de ingredientes con efectos, riesgos y particularidades que la mayoría nunca revisa. Si alguna vez quisiste saber qué estás tomando cada vez que buscás un alivio rápido, revisá lo que sigue porque más de una cosa va a sorprenderte.

Los ingredientes que esconden tus pastillas

La palabra “analgésico” suena a ciencia de manual, pero lo que tenés en el blister tiene historia, industria, y un buen toque de marketing. Para arrancar, los analgésicos más famosos que encontrás en cualquier farmacia de Rosario (o de cualquier parte del mundo) suelen caer en dos grupos: los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y los acetaminofén/paracetamol. Los primeros, como el ibuprofeno y la aspirina (ácido acetilsalicílico), no sólo quitan el dolor, sino que reducen la inflamación. El segundo, el famoso paracetamol, alivia el dolor y la fiebre, pero no la inflamación. En la práctica, la diferencia puede parecer mínima, pero para ciertas dolencias cuenta y mucho. Esa diferencia química básica hace que los AINEs sean más útiles en dolores musculares, artritis o lesiones, aunque también pueden irritar el estómago. En cambio, el paracetamol suele ser más amable para quien tiene el estómago sensible, pero ojo con pasarse: el hígado sufre si la dosis se va de mambo. Y muy poca gente lo sabe: una sobredosis de paracetamol es más peligrosa que el exceso de ibuprofeno en la mayoría de los casos.

Pero ahí no termina la historia. Cada pastilla no viene sola. En “la letra chica”, están los excipientes: rellenos, aglutinantes, desintegrantes, recubrimientos y colorantes que, si bien no tienen poder terapéutico, pueden causar alergias o molestias en personas sensibles. Entre ellos están el almidón, la lactosa (muy común, atentos quienes son intolerantes) y en algunos casos hasta gluten. Y no falta la lista de colorantes sintéticos, edulcorantes, o incluso aluminio en comprimidos efervescentes. Para muestra, una tableta de ibuprofeno de las más populares en Argentina suele traer además povidona, celulosa microcristalina, dióxido de titanio y estearato de magnesio en dosis mínimas, pero suficientes para armar la pastilla perfecta).

Cómo funcionan en el cuerpo: el viaje molecular

Ahora sí, la parte invisible pero clave. Todos los analgésicos actúan bloqueando vías que transmiten el dolor, pero no lo hacen igual. Los AINEs como el ibuprofeno impiden que una enzima llamada ciclooxigenasa (COX) genere prostaglandinas, sustancias que provocan dolor, fiebre e inflamación. Sin prostaglandinas, el dolor se “apaga”.Ibuprofeno, aspirina y naproxeno funcionan parecido, aunque la aspirina tiene el plus de “afinar” la sangre, por eso se usa mucho en prevención de infartos (pero también puede ser peligrosa para personas con gastritis o riesgo de hemorragias).

El paracetamol, en cambio, es un misterio parcial. Se sabe que actúa a nivel central, en el cerebro, pero su mecanismo exacto no es tan claro: en parte, sube el umbral del dolor, y en parte parece intervenir sobre enzimas similares a la COX, pero sin bloquear la inflamación periférica con fuerza. Por eso es la droga de cabecera para la fiebre y el dolor leve a moderado, pero nadie lo receta en molestias donde hay verdadera inflamación.

Lo curioso es que, dependiendo de si lo tomás en ayunas o después de comer, la absorción cambia. Ibuprofeno, por ejemplo, se absorbe más rápido con el estómago vacío, aunque puede irritarte más. Paracetamol casi no discrimina, pero su metabolismo pasa sí o sí por el hígado, motivo por el que el abuso es peligroso. Un dato concreto: según el Ministerio de Salud argentino y la Organización Mundial de la Salud, la dosis máxima segura de paracetamol para adultos sanos es de 4 gramos al día. El ibuprofeno, en cambio, no debe superar los 2.4 gramos en adultos. Más allá de eso, los riesgos dejan de ser anecdóticos.

AnalgésicoDosis máxima diaria (adultos)Riesgo principal de sobredosis
Paracetamol4 gToxicidad hepática
Ibuprofeno2.4 gÚlceras gástricas/daño renal
Aspirina3 gSangrado/úlceras gástricas
Riesgos ocultos y efectos secundarios: cuando menos es más

Riesgos ocultos y efectos secundarios: cuando menos es más

“Si uno está en dolor, una pastilla siempre ayuda”, dice el sentido común. Pero nadie habla mucho de los riesgos cotidianos y reales. Todos los analgésicos traen efectos secundarios y contraindicaciones que suelen estar en letra microscópica, y hasta los médicos a veces las pasan por alto en la consulta apurada. Escuchá esto: en 2023, el ANMAT informó que las intoxicaciones por paracetamol en Argentina aumentaron 15% respecto al año anterior, con internaciones principalmente por automedicación. ¿La causa? Gente que mezcla varios fármacos distintos con paracetamol, tablets extra porque “no me pegó” y el clásico error de mezclar gripeas con remedios para fiebre. Un cóctel que puede herir el hígado sin aviso previo.

Ibuprofeno, aun siendo muy popular, no se salva. Tomado seguido, o más de lo indicado, puede causar úlceras, gastritis y sangrados internos. Hay muchos que creen que tomando un antiácido se evita el problema, pero eso sólo enmascara síntomas, no protege del todo. Ni hablar de los riñones: los AINEs pueden reducir la función renal si hay abuso, especialmente si sos hipertenso o tenés problemas de base. No es cuento, pasa de verdad. Y ojo con otro dato que suele pasar desapercibido: muchos analgésicos de venta libre (en combos para el resfriado o en jarabes) ya traen paracetamol, así que es fácil pasarse de la dosis sumando “sin querer”.

Las pastillas también interactúan con otros medicamentos. La aspirina, por ejemplo, si se toma con anticoagulantes o corticoides, puede aumentar muchísimo el riesgo de hemorragias. El ibuprofeno puede disminuir el efecto de algunos antihipertensivos. El paracetamol, si se combina seguido con alcohol, triplica el riesgo de daño hepático.

¿Alergias? Aunque raras, existen. Las reacciones suelen ser leves, pero han habido casos de alergias graves (anafilaxia) por ibuprofeno. Si después de tomar una pastilla notás sarpullido, dificultad para respirar, o hinchazón de labios y lengua: médica de inmediato. La incidencia no es alta (0.1% de los usuarios según informes de hospitales públicos), pero no es nula.

Consejo práctico: anotá en el celular cuándo y qué pastilla tomaste, sobre todo si también tomás remedios de base. Así evitás mezclar ingredientes sin darte cuenta.

Cómo elegir un analgésico: factores que nadie te cuenta

Todo el mundo tiene un “favorito” en cuanto a pastillas para dolor. Pero lo cierto es que cada cuerpo y situación merece un análisis. Lo más simple: si el dolor es muscular, dental o menstrual, ibuprofeno suele funcionar mejor. Para fiebre o dolor de cabeza, el paracetamol basta y no castiga tanto el estómago. Si estás resfriado y tenés congestión, ojo porque muchos productos vienen mezclados (vas a ver paracetamol con fenilefrina, por ejemplo), así que no sumes sin chequear la etiqueta.

Un tip poco conocido: si tenés problemas de hígado, evitá el paracetamol. Si sufrís de úlceras o problemas renales, ibuprofeno y aspirina no son recomendables. Mujeres embarazadas sólo tienen aprobado el paracetamol en situaciones puntuales (siempre bajo indicación médica). Y jamás nunca se debe administrar aspirina a menores de 18 años con fiebre, por el raro pero peligroso Síndrome de Reye.

Otra cuestión es la velocidad de acción. Las presentaciones “rápidas” (efervescentes, líquidos o geles) generalmente llegan antes a la sangre, pero pueden contener más sodio o azúcar. Si cuidás la presión arterial o el azúcar, revisá los excipientes antes de comprar. Preguntá en la farmacia, es tu derecho y una vez que te acostumbrás, evitás sorpresas feas.

Dosis: mejor nunca improvisar. No creas que “unos miligramos de más” te van a dejar sin dolor doblemente rápido. Los efectos máximos de los analgésicos buenos aparecen entre 30 y 60 minutos, así que tené paciencia. Si el dolor persiste, no dupliques la dosis: consultá.

  • No uses los analgésicos como remedio diario para molestias crónicas sin indicación profesional.
  • No los combines sin saber los ingredientes.
  • No los uses para “bancar” noches de poca o mala calidad de vida: si hay un dolor que siempre vuelve, hace falta buscar la causa raíz.
Recomendaciones para un consumo seguro y saludable

Recomendaciones para un consumo seguro y saludable

Acá no hay duda: cuanto más sabés, mejor podés decidir por tu salud. La mayor parte de los problemas con analgésicos viene de la desinformación, la costumbre y el apuro por aliviarse. Nadie dice que tengas miedo: simplemente, tomá con conciencia y aprendé a leer las etiquetas. A veces hay que animarse a preguntar, aunque el farmaceútico mire raro.

Si te cuesta recordar qué tomás, sacale foto al prospecto y tenela en el celu. Ante la duda de alergias o si ves cualquier síntoma distinto (picazón, diarrea fuerte, mareos, nauseas), suspendé el medicamento y consultá cuanto antes. Compartir pastillas entre familiares o amigos no tiene sentido: lo que le sirve a uno puede dañar a otro.

Guardá las pastillas en su envase original, donde viene la fecha de vencimiento y el nombre. Un dato curioso: más del 40% de los intoxicados por medicamentos en 2023 según el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez de Rosario, no distinguía entre las pastillas ni sabía la dosis porque guardaba todo suelto en el cajón.

En el mundo hay una tendencia cada vez mayor a buscar analgésicos “más naturales” (cúrcuma, infusiones de jengibre, emplastos de hojas), pero su eficacia suele ser leve y nunca reemplazan un tratamiento médico. Puede usarse alguna de estas estrategias como complemento “si el dolor es leve y pasajero”, pero nunca apuestes todo a un té cuando hay fiebre alta, dolor agudo o hinchazón.

Recordá: los analgésicos son herramientas —no solución mágica. Sabé lo que contiene tu remedio, elegí según tus necesidades y consultá siempre si te queda una duda. Si leés el prospecto antes de tomar, no sólo te cuidás vos: cuidás también a los demás.

Tomás Illanes
Tomás Illanes

Soy analista político especializado en temas de interés social y económico. Trabajo para un think tank en Rosario donde elaboro informes y análisis sobre la actualidad política argentina. Me apasiona investigar y escribir sobre el socialismo en Argentina. A través de mi trabajo, espero contribuir a un mejor entendimiento de nuestra sociedad y de los retos que enfrentamos.

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